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jueves, 23 de julio de 2015

Carta a mi misma.

Querida yo del pasado:

Sé que es un poco tarde para que leas esta carta, pero quizá algún día la ciencia avance de tal manera que puedas leerla en mi yo de los quince años.

Somos muy ingenuas,  y a mis veinticinco seguirás siéndolo. Seguirás pensando que aunque pasen cosas malas,  algo bueno esta por llegar. Y seguirás creyendo que hay gente buena por el mundo, a pesar de todo.

Me encantaría poder avisarte de que el amor te va a hacer daño.  Pero no te diré cual. Ya que quien te cause más dolor será quien te dé el mejor regalo de tu vida. Aunque ahora no debes preocuparte por eso. 

Olvida a ese chico que te ronda la cabeza y  lee mucho.  Más aún de lo que ya lo haces. Y hazme caso,  aunque seas muy lista y quieras ser forense,  ambas sabemos desde niñas que lo nuestro son las letras.  Expresar sueños,  emociones,  ser maniáticas de la ortografía y perder, no horas, sino días y semanas leyendo.  Cuando conozcas a Maite me darás la razón.

Aunque te digan que eres una cría, aún a mi edad,  recuerda que tú eres feliz así, no dejes que los demás influyan en tu forma de ser.  Eres estupenda aunque aún no lo creas.
Aunque a veces te hagan sentir como una mierda,  no debes olvidar que de todo se sale.  Que los sueños con el tiempo y el esfuerzo se cumplen.  Y que si algo esta para ti,  llegará.

Querida yo del pasado,  no dejes de soñar,  leer,  ayudar a los demás y de sonreír cada día.  Me encantaría advertirte de los errores que cometeremos pero entonces dejarías de ser yo. Y con lo que he tardado en quererme,  veinticinco años nada menos,  creo que no sería justo. 

Sólo quiero recordarte que errar es humano y de los peores errores salen a veces las mejores cosas.  Y tu serás experta en ello.
Aprovecha cada viaje, escucha mucha música, sueña tanto dormida como despierta y nunca dejes de escribir. 
Lucha por tus sueños,  por tus derechos y por conseguir cada una de tus metas.  Viaja tanto como para que no te falte mundo por ver cuando seas anciana. 

Y ama.  Ama siempre como si fuera la primera vez. Líbrate de rencores y de recuerdos que sólo sirvan de lastre. Tienes que aprender a olvidar.
Y quiere a tu familia.  No dejes que nadie te aparte de ellos, aunque sé que ahora mismo odiarás que te lo diga.  Pero ellos siempre estarán ahí.  Hazme caso.

No tengo mucho más que decirte,  pequeña yo.  Esta carta no es esclarecedora,  pero quizá, si llegases a leerla,  podrías ser más feliz de lo que ya eres.  Te quiero.  Ahora serás tu la que aprenda a quererme a mi.

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