Sexo.

Átame.  Como amarraría un marinero un navío en una noche de tormenta. No dejes que me suelte. No me dejes huir.  Átame tan fuerte que en mis muñecas quede marca. Y cada vez que las vea sienta la humedad apoderarse de mi.  Muérdeme. Sabes que me encanta. Muérdeme sin miedo. En el cuello. En la boca.  Muérdeme donde desees.  Soy tuya en este instante.  Haz de mi lo que quieras.  Véndame los ojos.  Cállame con tu boca y háblame sucio.  Quiero que me oigas gemir y oírte yo a ti. 
Aquí todo vale.  No me sirven los tabúes. Sólo tu piel y mi piel.  Tu cuerpo dentro del mío.  Sin porqués. Solo sexo.  Sucio y salvaje sexo.  Lame mi piel como si del mejor afrodisíaco se tratase.  Fóllame con tu lengua como si no hubiera mañana.  Después seré yo quien te dé placer.  Quiero correrme, contigo y sin ti. 
Quiero que me folles y que me toques. Que me tires del pelo y sentir como te hundes en mi. Embestida tras embestida, y acabar con nuestros fluidos entremezclados y una sonrisa de placer.  Con el rubor en las mejillas de quien acaba de correr(se) una maratón.

Mi cuerpo es todo tuyo esta noche, pero estás tan lejos...